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Cosmocaixa estrena una exposición sobre la inteligencia artificial

¿Seremos los humanos capaces de construir una inteligencia artificial que nos supere? ¿Y si se hace, valdrá la pena? Es el debate que mantiene los científicos y plantea la gran exposición del Cosmocaixa de Barcelona este verano. ‘Robots, els humans i les màquines’, que se podrá ver desde este viernes hasta el próximo 19 de enero, quiere recuperar el debate sobre las consecuencias del avance de las máquinas en el mundo actual. Un debate que se completará este año, a nivel académico, con el congreso Artificial Intelligence International Congress que se celebrará el próximo noviembre en Barcelona, en la Universitat Pompeu Fabra.

La exposición de Cosmocaixa, que debutó en Granada, introduce a un público no especializado en cómo se ha llegado a la construcción robótica y a la inteligencia artificial. En ocasiones, desde visionarios demasiado adelantados a su tiempo como Heró de Alexandria (siglo I aC), que creó la primera máquina de vapor, la Eolípila, o por los primeros modelos computadores de Charles Babbage y Ada Lovelace, al inicio del siglo XIX, que dan origen a la informática moderna. Y en otros, creando autómatas, hombres y mujeres de hierro capaces de hacer tareas concretas, aunque no muy prácticas. Golems (un hombre de barro creado por un rabino para que trabajara por él el Sábado) o esclavos a partir de las máquinas, como recordaba el director del Cosmocaixa, Lluís Noguera.

En la muestra se pueden ver inventos tan curiosos como una muñeca que gateaba de forma automática ya en el siglo XIX; otro autómata japonés que servía el té en aquella misma época o los otros autómatas europeos que servían copas de vino o los que diseñó Lluís Ribas para el Tibidabo.

Y se recuerda, entre ejemplares de ‘Yo, robot, de Isaac Asimov’, y juguetes antiguos que recuerdan a ‘Metrópolis’ o a ‘El gigante de hierro’, cómo los robots se utilizan para hacer lo que el hombre no quiere o no puede. Desde alimentar a todos los enfermos de una planta hospitalaria a desactivar bombas o explorar Marte.

Han sido los avances en mecánica, visión artificial, analítica de datos, procesamiento de datos masivos, capacidad de cálculo y procesamiento del lenguaje natural y del sonido los que han permitido la eclosion actual de las inteligencias artificiales, que aún así, advierten los científicos, están aún en sus primeros estadios.

Robots célebres

La muestra acoge, en ese sentido, un disperso Paseo de las Estrellas, con algunos ejemplares que han dejado huella en el imaginario popular: Aibo, el primer perro robot que inventó Sony; Felix, un robot creado para estudiar el reconocimiento de facciones; o Nao, el pequeño androide de Softbank Robotics, que pasó de estudiar las interacciones humanas a convertirse en juguete.

Un avezado visitante echará de menos otros clásicos como los inquietantes dobles del profesor Hiroshi Ishiguro, uno de los talentos más provocadores de la robótica; los de ‘La guerra de las galaxias’ o ‘Star Trek’, o el ‘Asimo’ de Honda, pero tampoco variaría mucho. Hay representantes de los miles de robots obreros en las cadenas de montaje de la industria automovilística, o en granjas de animales, como un muñidor robotizado capaz de ordeñar a seis vacas simultáneamente, así como robots bomberos, repartidores en logística o guías para visitantes, como los Ada y Charles, que se pasean por el recinto.

Los robots no son solo los androides que diseñó la ciencia ficción y que hemos asociado al concepto. Son también coches, brazos mecánicos, programas informáticos (los famosos asistentes de voz), teléfonos móviles, sondas, drones, casas domotizadas o vehículos que van al espacio. “En un momento en que estamos quitando derechos a las personas, qué derechos van a tener los robots”, plantea el guía de la exposición a los visitantes.

El trabajo en entredicho

En el mundo real, los robots están tomando el mercado de trabajo, y no solo el menos cualificado para el que se pensó inicialmente (robot significa en checo “trabajo esclavo”, recuerda la exposición), sino puestos de decisión y análisis del negocio.

Varios científicos, nombres ilustres de la robótica como Luc Steels, Núria Oliver, Núria Castells o Ramon Sangüesa plantean sus respuestas al final de la muestra. Y distinguen entre distintos grados de inteligencia artificial: la programada para hacer solo una cosa, la capaz de hacer varias a la vez y la temida Superinteligencia, que puede acabar desbancando a los humanos del control del mundo. Preguntas que se extenderán en un ciclo de conferencias, talleres y actividades paralelos a la muestra.

Mientras, en Europa se debate al más alto nivel qué se hace para que la inteligencia artificial no acabe en manos de unos pocos (Google, Facebook, Apple, IBM…) y los mayores talentos europeos emigren. El grupo de científicos de alto nivel quedó constituido el mes pasado, casi a la vez que su homólogo estadounidense. Mientras, Google se plantea abrir un centro de inteligencia artificial en Ghana.

Fuente: El Periódico