Andrea Cascallar fue la primera española en recibir el premio Eusflat a la mejor tesis europea y el año pasado se hizo con el premio Frances Allen de la Asociación Española para la Inteligencia Artificial. Actualmente ha dejado la investigación en el Citius y trabaja en el sector privado desarrollando distintas técnicas de Inteligencia Artificial.
Impulsar el contacto de las niñas con la tecnología desde la infancia, dar a conocer más referentes cercanos o de qué forma impacta la Inteligencia Artificial en la vida de las personas son algunas de las claves que Andrea Cascallar (Cerponzóns, 1993) propone para reducir la brecha de género en los estudios de ciencias y tecnología.
Estudió el grado de Ingeniería Informática, máster en Inteligencia Artificial e hizo el doctorado en el CiTIUS de la Universidade de Santiago. ¿Ya notó entonces la brecha de género?
En la facultad éramos sesenta en clase y del total, cuatro chicas únicamente.
¿Siempre tuvo claro que quería dedicarse a la Ingeniería Informática seguir el camino tecnológico?
No, ni muchísimo menos. De pequeña, lo que más me gustaba era la música y creía que quizás iba a estudiar algo relacionado con eso. Fue surgiendo con el tiempo. Cuando estaba en el instituto mis padres me apuntaron a clases de informática y ahí empezó a llamarme la atención. Fue poco a poco, de forma muy orgánica, como me fue surgiendo este interés y decidí tirar por esta rama.
¿A qué cree que se debe la brecha de género en los estudios STEM (por las siglas en inglés de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas)?
Creo que es algo multifactorial y que empieza desde que somos pequeños y ya hay esta diferencia, que creo o espero que esté cambiando, en la forma de adjudicarnos los juguetes a los niños y niñas. A nosotras de una forma que quizás no somos conscientes siempre se nos lleva a que somos las cuidadoras, bien sean en el ámbito de la salud o en el de la educación, y a los niños, pues ya muy pronto se les relaciona con trabajos relacionados con construir, con la arquitecturas, más ingeniería… Creo que ya empieza ahí, pero desde luego no creo que sea lo único. Según vamos creciendo los roles en casa todavía muchas veces siguen diferenciados y luego quizás hay que reconocer que biológicamente somos diferentes.
¿Qué haría usted para animar a las niñas a seguir carreras tecnológicas y científicas?
Pasaría por enseñarles a las niñas lo que significa el mundo STEAM, que desde pequeñas ya tengan presente lo que es. Muchas veces tampoco nos planteamos que esto pueda ser algo que nos guste porque no tenemos ni idea de qué va. Los niños a lo mejor, como al final acaban entrando ahí, porque también tradicionalmente los videojuegos es algo que le interesa más, al final acaban encontrándose con la tecnología de una forma que a lo mejor a las niñas no llega. Y luego daría a conocer a las referentes.
¿Faltan referentes?
A pesar de que hay figuras que son referentes por su trayectoria no tienen esa publicidad, que tienen ellos. Esa es una de las cosas básicas que sí podemos hacer para intentar cambiar un poco las cosas, dar importancia a los referentes femeninos. Nombres como Ada Lovelace, Mary Keneskeller o muchísimas otras mujeres que han tenido un gran impacto a lo largo del tiempo y que realmente son nombres que tú le preguntas a los niños y a las niñas y no los conocen. Y también, además de estos referentes más históricos, también creo que es importante conocer referentes que sean cercanos.
Entrevista completa: Diario de Pontevedra