Conferencia de Directores y Decanos de Ingeniería Informática

La hacker española que «tapa» agujeros de seguridad en el departamento de Energía de Estados Unidos

Soledad Antelada es la primera y única mujer de su división. Su tarea cada día al encender el ordenador es pensar «como uno de los malos» para descubrir posibles fisuras en la red.

Entre los altos techos de las salas de conferencias son muy habituales los encuentros de un reducido grupo de expertos tecnológicos que sorprenden con sus investigaciones y elucubran sobre la dirección en la que va la innovación. Entre el público, unos cuantos interesados del sector, y algún que otro estudiante, observan inquietos sin percatarse de lo que un ínfimo porcentaje de la sala es consciente: en el escenario hay una o ninguna mujer. Esta disparidad del volumen masculino en el sector tecnológico con respecto al femenino genera que el tema que aborde la experta de turno sea la integración de la mujer en el sector tecnológico, en vez de ofrecer una lección magistral de algo de lo que seguramente tenga mucho que aportar.

Dicha contrariedad la comparte Soledad Antelada durante una entrevista con ABC. Esta ingeniera malagueña (Buenos Aires, 1977), que actualmente desempeña su trabajo en el corazón de Silicon Valley, hizo un hueco en su agenda hace un par de semanas para participar, junto a otras voces femeninas expertas del sector tecnológico, en un evento (TechHeroX) en el que las mujeres hablan de verdad de lo que saben con respecto al puesto que desempeñan: ciberseguridad, GDPR o inteligencia artificial entre varias cosas. Porque a pesar de que este ámbito tiene una mayoría masculina, hay mujeres que dejan su huella por lo alto.

Esta experta es una de ellas. Actualmente puede decir con orgullo que es la primera y única mujer de la división de Seguridad del Laboratorio de Investigación Nacional Lawrence Berkeley, del Departamento de Energía de los Estados Unidos de América. Se dedica a una área de la seguridad informática llamada penetration testing (o como muchos informáticos llaman entre ellos, pentesting). Su tarea al encender el ordenador es la de «hackear como uno de los malos», es decir, un pentester hackea «equipos, teléfonos y todo aquello que esté conectado a la red, intento meterme en el sistema de laboratorio en el que trabajo como si fuera un hacker para descubrir por dónde se puede uno meter para taparlo antes de que llegue otro con mala intención».

El camino hasta llegar donde está ha sido difícil, pero la persistencia ha dado sus frutos. Sin ir más lejos, esta malagueña confiesa que se metió en ingeniería informática sin haber «tocado nunca un ordenador», pero la tenacidad y la curiosidad por aprender la llevaron tras varios años como programadora a probar suerte en algo poco conocido entonces en España. «La ciberseguridad la tenía como algo abstracto. Ahora todo el mundo habla de ello, pero antes nadie sabía nada. Eran unas cuatro personas las que sabían del tema y se dedicaban a hackear», describe refiriéndose a esa etapa.

Tras ocho años como desarrolladora de software descubrió un programa de dos años en el City College en San Francisco, y se lanzó a la piscina. Más tardes, dicho esfuerzo ha quedado claro que ha tenido su recompensa. Desde uno de los epicentros de la esfera tecnológica del mundo, es partícipe de un área prioritaria del país: la seguridad nacional. La ciberseguridad se convierte en una de las piezas clave, por lo que «cualquier país está atrasado en comparación». Tras años de experiencia, tiene muy claro que la mayor debilidad y lo que más cuesta proteger es el usuario normal, es decir, el empleado: «Son personas que van a caer en técnicas como el phishing, en la que recibes un email que te mandan con el objetivo de que hagas clic para infectar el ordenador o robarte las contraseñas».

Por lo que hace falta talento para que les forme y proteja el sistema de empresas privadas y públicas. Sin embargo, el enemigo puede estar más cerca de lo que parece. «Por ejemplo: los empleados de un banco son muy vulnerables, ha habido muchos fraudes a bancos o ciberataques que empiezan por el empleado de una sucursal. Se hacen amigos del empleado, le enseñan sus movimientos» y de ahí proceden a comenzar su engaño, lo que se conoce como ingeniería social, para lo que no hace falta ser un experto en informática.

Por qué no hay mujeres en el sector tecnológico

Soledad Antelada junto a otras ponentes durante el evento en Madrid TechHeroX
Soledad Antelada junto a otras ponentes durante el evento en Madrid TechHeroX – ABC

En cuanto al talento, el femenino en este caso, Soledad Antelada es la fundadora de un proyecto llamado «Girls Can Hack» con el que pretende que las chicas no vean la tecnología como algo masculino. A este respecto, la falta de mujeres contraste de manera inconcebible con el contexto de hace unas décadas. Entre los años 60 y 70, el número de mujeres que estudiaban informática en Estados Unidos superaba al de los hombres. Panda Security lo cuenta en un informe en el que arroja luz sobre el momento en el cual el género femenino empieza a caer, a partir de mediados de los años 85. Lo que enfatiza una pregunta: ¿por qué empezaron las mujeres a dejar de ser partícipes del sector tecnológico?

Antelada cree que la respuesta radica en la publicidad: «Fíjate que cuando Apple empezó, su primer equipo e incluso de Google eran un 58% mujeres trabajando. Lo que pasa es que cuando se le empezó a dar publicidad mediática a lo que era el computador personal se dejó de lado a las mujeres por completo». De hecho, esta ingeniera aclara que el primer equipo de informáticos de la NASA estaba compuesto por mujeres, «incluso las primeras programadoras del mundo que programaban los computadores gigantes que ocupaban tres habitaciones eran mujeres».

Por lo que el motivo que explica por qué no hay mujeres apunta a ser porque no hay otras con las que identificarse. «Imagínate una niña de colegio o instituto que está todavía formándose, se está metiendo en un mundo que solo hay chicos y no atrae eso aunque no seamos conscientes». El empoderamiento de la mujer en el sector requiere de una mayor promoción de la tecnología como algo que las chicas comenzaron a desarrollar, y por lo tanto, un área del que pueden volver a coger las riendas.

Fuente: ABC