Al cumplir los cuatro años Sandra había perdido ya el 40% de su visión. Más tarde empezaron los problemas en los dos oídos. Y fue a los 12 años cuando le diagnosticaron la sordoceguera. Siempre tuvo claro que su discapacidad no le marcaría el camino, por eso no es de extrañar que se decantara por estudiar Ingeniería Informática. Desde hace ahora un año y medio trabaja como desarrolladora software en Microsoft España.
En su día a día tiene que salvar múltiples obstáculos debido a su acusada pérdida de visión y auditiva. Pero al preguntarle cómo ha pasado estos meses de confinamiento provocados por la covid-19, ella lo tiene claro. En su caso, estar en casa le ha resultado beneficioso. Además, su empresa tiene muy implantado el teletrabajo en general, por lo que no les ha resultado difícil adaptarse a esta tendencia.
Las ventajas del teletrabajo
“Casi que ha sido positivo para mí porque, como las reuniones las hacíamos a través de ‘Teams’, yo me ponía mis cascos y les escuchaba mejor que en una sala donde hay distancia, que a mí me afecta muchísimo para escuchar, la verdad”, cuenta Sandra al programa En lengua de signos.
“Y como podía dar control remoto para que personas, desde su ordenador, utilizaran el mío por si encontraba algún problema de accesibilidad, les cedía el control de mi ordenador y ellos lo utilizaban como si estuvieran a mi lado”.
Lo que más agradece Sandra es haberse ahorrado los largos y engorrosos desplazamientos, ya que tarda una hora en ir al trabajo en tres medios de transporte diferentes (en los que también encuentra barreras).
Si tiene que destacar algo negativo es esto: “Como estaba en pleno proceso de adaptación con mi perrita guía, el confinamiento nos ha perjudicado. Pero espero que cuando volvamos a la normalidad pueda recuperar el ritmo para guiarme hasta la oficina”. Su nueva compañera se llama Plica y, conociendo a Sandra y el empeño que pone en todo, seguro que pronto recuperará el tiempo perdido.
Comprometida con la accesibilidad
Desde su puesto de trabajo, Sandra pretende mejorar el día a día tanto de las personas con discapacidad como de las personas mayores. Porque, como dice, no sólo la pérdida de algún sentido nos impone barreras. Su compromiso social la convertía en 2019 en una de las merecedoras de los Premios Nacionales de la Juventud otorgados por el INJUVE.
Además de su trabajo como consultora desarrolladora software, Sandra participa en charlas o conferencias y se afana por propiciar la accesibilidad tanto dentro como fuera de su empresa. Una luchadora incansable a la que, además, avalan 16 matrículas de honor en la universidad y que sólo pide empatía y recursos que favorezcan la igualdad de oportunidades. Una reivindicación del colectivo de personas sordociegas ejemplo de superación como ella, como son Gennet Corcuera y Javier García Pajares.
Fuente: RTVE