El dron equipado con la tecnología diseñada por Enrique Moguel para su tesis doctoral es tan espabilado que si detecta un árbol o un muro, busca otro camino, y si percibe que se le está agotando la batería o nota que ha empezado a llover, se da la vuelta y regresa al sitio donde empezó a volar, para evitar males mayores. Además, su GPS incorpora tanta información que si se acercara a un aeropuerto, sabría que no puede entrar en ese espacio aéreo y lo bordearía. «De hecho, para los vuelos de prácticas tuvimos que quitarle la restricción del espacio aéreo de la cárcel de Cáceres, que está al lado de la Escuela Politécnica, que es donde trabajamos y donde solemos hacer los vuelos de prueba», explica Moguel (34 años), a quien esta especie de cerebro artificial que insufla inteligencia a los drones le ha valido un premio nacional. Otro más para su currículum, que habla a las claras de alguien brillante, capaz de salir del complejo mundo científico en el que se mueve para explicar su proyecto de modo pedagógico y sin tecnicismos.
Fuente: Hoy Extremadura