Conferencia de Directores y Decanos de Ingeniería Informática

Katina Gibert, catedrática de IA en la UPC, reflexiona en un artículo de opinión en El Español sobre «La era de la inteligencia artificial»

Entramos en la era de la sociedad digital. La ONU, en 2018, declaró inaugurado un cambio de orden social disruptivo. Empezamos a hablar de Sociedad 5.0 pensando en un espacio donde la persona se coloca en el centro y la tecnología media un desarrollo social, económico y cultural, cambiándonos el día a día de forma tan vertiginosa como espectacular. En este magma de transformación, la ingeniería informática, en muchas de sus formas, y, en particular la inteligencia artificial, juegan un papel fundamental.

Los de las TIC estamos en el ojo del huracán, SOMOS el ojo del huracán y la espiral gira estrepitosamente. Vienen épocas de grandes inversiones, de laboratorios de IA y de cuántica (felicidades BSC e ICFO), de Fondos Next-generation que suban las pymes al barco de la tecnología. Tenemos una enorme responsabilidad: impulsar una industria competitiva. Ayudarla a saltar a la industria 4.0. Reducir las dependencias de los grandes gigantes tecnológicos. Tenemos la responsabilidad de hacer una tecnología con valores europeos. Urge resolver la falta endémica de talento, que, por ejemplo, está bloqueando el crecimiento de un 20% de nuestras empresas. Ya no podemos permitirnos más fuga de talento, ni de startups, y queremos que la inversión pública que hacemos desde aquí genere retorno aquí.

Necesitamos una revisión urgente de los instrumentos que sustentan la innovación en el ámbito tecnológico; unas herramientas que fomenten que estas terceras rondas de inversión realmente se encuentren en casa y no tenga que llevárselo la empresa a Estados Unidos para poder sobrevivir. Es necesario que esta revolución esté en manos de los profesionales del sector y acompañarlos muy bien en sus responsabilidades. Nunca, por ahora hemos tenido tanta responsabilidad. Estamos dibujando el futuro. Todo es posible, decía el poeta…

Es época de códigos éticos y deontológicos, como el del colegio que regento, el COEINF, que fue pionero en 2008 cuando se puso en marcha, y que en 2020 se vio completado con el código deontológico que el Consejo desarrolló para que todos los colegios profesionales de ingeniería informática en España lo pudieran implementar. Los ingenieros e ingenieras en informática estamos haciendo tecnología por una sociedad más justa, sostenible e igualitaria. Y jugamos un papel clave en el desarrollo no sólo de la inteligencia artificial que está en el núcleo de toda esta transformación, sino también en el desarrollo de todos los servicios digitales, lleven o no inteligencia artificial incorporada.

La IA, en realidad ya nos viene acompañando hace un tiempo: ya nadie se pierde por las calles porque lleva el GPS en el bolsillo, muchos ya no barren en casa porque tienen Roombas o similares que lo hacen diligentemente por ellos, ya muchos ponen la música en casa llamando a Alexa y no saben ni dónde está el reproductor de CDs, ni mucho menos de dónde sale la música que Alexa les ofrece, y muchos son diagnosticados de patologías de pulmón muy pronto y precozmente porque una IA invisible ha visto cosas en sus imágenes médicas cuando los ojos humanos no pueden aún detectar nada. Es cierto que desde hace un par de años la disrupción se ha acelerado como consecuencia de la aparición de una nueva técnica de inteligencia artificial llamada IA generativa, léase ChatGPT, Dall-E, Deepseek, Collider, y tantas otras que en el arco de estos dos años nos han inundado e impregnado hasta límites insospechados.

¿Por qué estas herramientas representan una transformación tan disruptiva? Pues en mi opinión, y más allá de que los resultados que dan suelen ser bastante resultones y consiguen generar la ilusión de que la máquina nos entiende, razona y habla con nosotros (cosa que no es cierta por mucho que lo parezca y que no es más que el resultado de todo un proceso de gamificación precisamente orientado a crear esta impresión en el usuario). Lo que sí hemos conseguido con estas herramientas es romper la barrera digital. Hoy en día cualquiera es capaz de resolver sus dudas con un chatGPT o similar que lleva seguramente en el bolsillo, pegado a su móvil, a un Whatsapp de distancia, y preguntándole como el que le pide cosas a la vecina de enfrente. Hablamos con las máquinas con total naturalidad y esto abre unas oportunidades de revolucionar completamente la forma de cómo serán los servicios digitales de esta sociedad 5.0.

Porque es muy, muy importante recordar que tan relevante es que los modelos de inteligencia artificial se desarrollen de acuerdo a la regulación y de forma ética, sin sesgos, de forma sostenible, etc., como recordar que las interfaces digitales deben tener mucho cuidado a la hora de no generar desigualdad social y no dejar atrás a las personas atrapadas en la brecha digital.

Noticia completa: Disruptores – El Español