Seguramente si se habla de la influencer Aitana López (@fit_aitana), creamos que es una joven influyente más con sus cientos de miles de seguidores, pero lo que no esperamos es que esté creada por inteligencia artificial (IA). Si escuchamos el nombre de Alba Renai (@albarenai) nos pasa lo mismo. Si echamos la vista un poco más atrás podemos recordar que James Cameron lanzó al mundo su película «Terminator», una cinta que proyectaba una visión futurista de un dominio despiadado de la IA a través de los temibles terminators de Skynet. Ahora, estos ejemplos, pasados o actuales, nos tocan muy de cerca.
Que la IA ha avanzado significativamente en los últimos dos años es algo evidente y que tiene sus aspectos positivos y negativos, también. En tiempo récord, hemos conocido la llamada IA generativa. Por si quedaba alguna duda, se trata de ChatGPT y sus competidores Bard o Copilot, que son capaces de dialogar en nuestro propio lenguaje, generando y elaborando textos con calidad cercana a la humana y resolviendo otras tareas diversas como código de programación funcional. Es normal dudar si es IA o realidad.
Como sociedad nos va a tocar redefinir muchos trabajos, servicios y productos
La inteligencia artificial, un arma de doble filo
La integración de la IA representa un reto acelerado que está desafiando a cada vez más sectores. En la Universidad de Deusto somos conscientes de que como sociedad nos va a tocar redefinir muchos trabajos, servicios y productos, a la luz de lo que estas tecnologías, que además mejoran a todo ritmo, posibilitan. El reto es aún mayor cuando asumimos que estamos a tiempo de hacer un uso ético y responsable que permita utilizarlas para mejorar la sociedad, en lugar de llevarnos a esos futuros terroríficos que dibuja el cine.
Noticia completa: Diario vasco