Conferencia de Directores y Decanos de Ingeniería Informática

Historia de cómo una joven ingeniera informática segoviana se enfrentó a la brecha digital rural

Como miembros de la Escuela de Ingeniería Informática de Segovia la formación de ambos está más centrada en el desarrollo de software, la generación de aplicaciones informáticas y la capacidad para proveer de servicios informáticos a las empresas del sector. Sin embargo, nos arremangamos y mientras Elena aprendía sobre antenas y montaba un prototipo funcional yo coordinaba su trabajo y le ayudaba con la arquitectura y algunos aspectos técnicos. Fueron muchos meses de frustración, fallos y reuniones interminables en las que establecíamos las fases del proceso ingenieril de telecomunicaciones partiendo de lo que conocíamos del ámbito de la informática. En mi opinión ese es el espíritu de cualquier ingeniería y así debería apreciarse por los tribunales de evaluación de los TFG. Una ingeniera muestra su valía cuando resuelve un problema real partiendo de la madurez intelectual que ha obtenido al cursar todas las asignaturas de la carrera. De eso va el ser ingeniera o ingeniero; de ser útil a la comunidad y de devolver con su conocimiento la inversión pública que hemos hecho como sociedad. No puedo estar más orgulloso, como profesor y tutor, del valor y la capacidad que mi alumna, ahora amiga, tuvo en su momento al salir de la zona de confort de su área de conocimiento y enfrentar un problema tan real como técnicamente complejo.

Finalmente, una mañana de junio, la física de las ondas cuadró con los cálculos teóricos y obtuvimos los resultados del prototipo: obteníamos señal a más de dos kilómetros. Elena grabó todo el proceso de conexión remota (son tiempos de multimedia) y pudo acabar la documentación pertinente para entregar su trabajo en tiempo y forma. Habíamos realizado el primer TFG de la Escuela de Ingeniería Informática de Segovia que se enfrentaba a una cuestión derivada del enorme problema que supone la “España vaciada” en nuestra provincia.

Elena derriba la barrera de cristal que existe para el acceso de las mujeres a las carreras científico-técnicas. Nuestras jóvenes necesitan referentes y Elena se ha convertido en una de ellas por méritos propios. Y, segundo, porque nada nos puede alegrar más a aquellos y aquellas que nos dedicamos a la ingeniería que ver cómo el conocimiento se transforma en posibilidades reales para la resolución de problemas que afectan a los y las más desfavorecidos y desfavorecidas. La universidad pública no es una torre lejana donde sesudos y sesudas profesionales del conocimiento desvelan arcanos conocimientos ininteligibles para la inmensa mayoría de la población. Somos parte de la sociedad; a ella nos debemos y tenemos que acercar el conocimiento, ya sea de investigación básica ya sea de investigación aplicada, a todo el mundo.

Artículo completo: El adelantado