Pasar del instituto a la universidad suele ser uno de los cambios más bruscos a los que un estudiante debe enfrentarse durante su etapa académica. Nuevos horarios, nuevas amistades y nuevos retos. Sin embargo, ser mujer y elegir una carrera técnica como ingeniería hace que el proceso de adaptación sea aún más duro. «No era mi sitio», «Al principio me imponía el hecho de ser la única chica en clase», comentan Cristina Espejo y Marta Ferrer, estudiantes de 3º y 4º curso -respectivamente- de Ingeniería Informática.
Las titulaciones como ingeniería muestran una imagen descompensada entre hombres y mujeres en las aulas, donde de 90 estudiantes, el número de chicas se cuentan con los dedos de una mano, y en ocasiones sobran. «Yo me encuentro dando clases y solo tengo a dos o tres chicas. Estoy haciendo un doctorado y en este despacho hay muchos chicos y yo estoy solita», explica Denisa Constantinescu, graduada en Automática y Computadores en Rumanía, y que se encuentra realizando su doctorado en Mecatrónica en la Universidad de Málaga.
No es solo cosa de chicos
«Las chicas también pueden contribuir muchísimo en las carreras técnicas, exactamente igual que los chicos», apunta Díaz, aunque todas coinciden con ella en este aspecto. Las tres son conscientes de que la continuación de estos estereotipos en las aulas radica en la falta de un fomento de estas titulaciones en edades más tempranas. «Faltan referentes femeninos en las carreras de ingenierías. Hay que darle visibilidad a esas mujeres que trabajan en este mundo, que además son muchas», añade Ferrer.
Estos pequeños cambios en la primera fase de la etapa educativa podría conseguir que el día de mañana, las aulas de estas titulaciones consigan tener una equidad visible, y que las niñas comiencen a plantearse que de mayor no quieren ser profesoras o médicas, sino ingenieras.
Fuente: Diario Sur